La desintegración del imperio arsácida

De todas las dinastías que gobernaron el antiguo Irán, los partos arsácidas fueron los que mantuvieron su reinado durante mayor tiempo. Vencedora y sucesora de los seléucidas (los herederos de Alejandro Magno), la familia arsácida se mantiene en el poder entre los años 247 a.C. – 224 d.C., y durante su época de mayor esplendor gobernó un territorio casi equivalente a los actuales Irán, Iraq, Turquía, Armenia, Georgia, Azerbaiyán, Turkmenistán, Afganistán, Tajikistán, Paquistán, Siria, Líbano, Jordania, Palestina e Israel.

Durante siglos, el imperio parto se mantuvo como el más temible adversario de Roma en el plano político y militar. También supuso una amenaza para los Césares desde el punto de vista económico, debido al control hegemónico que ejercía sobre la Ruta de la Seda. Sin embargo, aun conservando el trono de Irán, la dinastía arsácida inició un lento declive marcado por la pérdida paulatina de territorios y, sobre todo, por una creciente consolidación de la aristocracia terrateniente. El fortalecimiento de la nobleza parta, que cada vez gozaba de mayor influencia militar, poderes más amplios sobre sus tierras y derechos sobre sus habitantes, era una dinámica consolidada e imparable ya a principios del s. II d.C., y constituyó un factor decisivo en la caída del imperio.

La fragmentación de poder se manifiesta en las cada vez más frecuentes negativas de la nobleza a cumplir con sus obligaciones feudales, principalmente el pago de impuestos y las levas obligatorias. La aristocracia parta, y en especial las Grandes Familias (entre las que cabe destacar a los Surén y los Karin) desafían cada vez más abiertamente el poder real, situación que genera conspiraciones y traiciones en el seno de la familia reinante, así como sangrientas luchas por el trono.

Los emperadores romanos aprovechan este escenario de desorganización y desintegración para castigar con dureza a su ancestral adversario en Oriente. Trajano conquista Ctesifonte (año 116 d.C.) y Susa (117 d.C.) La grandiosa capital del imperio parto es devastada de nuevo por Lucio Vero en el 165 d. C. y por  Septimio Severo en el 198 d.C. El botín obtenido por Septimio Severo gracias al saqueo de la capital parta fue tan cuantioso que, según los especialistas, bastaría para neutralizar una crisis económica de varias décadas en la Europa actual. Por supuesto, las consecuencias para el equilibrio de poder entre Roma y el imperio parto se anunciaban castastróficas para este último…

Este es el momento en el que arranca nuestra historia…

Si el lector deseara más información sobre el período arsácida, le invitamos a consultar la siguiente página (disponible únicamente en inglés):


http://www.parthia.com/

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