El 13 de  julio de 1607, Michelangelo Merisi da Caravaggio desembarca en Malta. Huye de los estados pontificios y el virreinato de Nápoles. Está condenado a muerte por haber asesinado a uno de sus rivales, Ranuccio Tomassoni, en una reyerta callejera. Su genialidad como artista va unida a un carácter tempestuoso que ya lo ha empujado varias veces a prisión y le ha granjeado poderosos enemigos. Sabe que su vida está amenazada y, por ello, busca la protección de la Orden de Malta, un estado soberano gobernado por una antigua Regla Militar cuyos miembros provienen de las más nobles familias europeas.

La estancia de Caravaggio en la isla dura 13 meses. Su gran ambición es ser nombrado Caballero de la Orden, una pretensión que parece imposible de conseguir, pues los aspirantes han de  han de pertenecer a una familia noble y no haber cometido nunca un delito de sangre. Él no cumple ninguno de los dos requisitos. Pero llega dispuesto a doblegar todos los obstáculos que se interpongan en su camino, igual que lo ha hecho siempre en el pasado, gracias a su arrollador talento como pintor. Alberga la esperanza de que su genialidad le granjee la protección del gran Maestre de la Orden, el indulto papal y el tan ansiado título de caballero.

Y está dispuesto a hacer cuanto sea necesario para conseguirlo. Sin embargo, su carácter pendenciero y orgulloso amenaza con tomar las riendas y suponer, una vez más, su ruina…

De ser así, ¿qué es lo peor que podría ocurrir? ¿Una citación para un proceso inquisitorial? ¿Un violento enfrentamiento con un caballero de alto rango? ¿Un encarcelamiento en la prisión de la Orden? ¿Un juicio sumario?

En la mente de Caravaggio, una cosa está clara. Malta tal vez sea su última oportunidad. Y no piensa desaprovecharla…

Imagen inferior: Decapitación de san Juan Bautista, Michelangelo Merisi da Caravaggio.

decapitacion_san_juan_bautista

Durante su período maltés, el pintor completará algunas de sus más grandes obras, incluyendo La decapitación de San Juan Bautista, un impresionante lienzo de gran formato que algunos estudiosos consideran, por sus alardes técnicos y su audacia compositiva, una de las obras maestras de la pintura universal; fue, además, el único cuadro que el artista firmó a lo largo de toda su vida, escribiendo su nombre en la sangre que mana del cuello del decapitado.

Pero la estancia de Caravaggio en Malta incluye otras magníficas creaciones, realizadas por encargo de varios grandes dignatarios de la Orden (entre ellos, el gran Maestre, Alof de Wignacourt). A modo de ejemplo, citaremos las dos imágenes al pie de estas líneas: San Jerónimo escribiendo, aquí debajo, en la que se respira una atmósfera envolvente de ascetismo y espiritualidad.

San_Jeronimo_escribiendo

También se cuenta entre la producción maltesa de Caravaggio una de sus obras más perturbadoras, pese a su pequeño formato: Cupido durmiente, realizado para el Gran Cruz frey Francesco dell’Antella.

Cupido durmiente

Además de estos, encontrarás algunos otros de los lienzos que Caravaggio realizó durante su estancia maltesa en la sección de esta página dedicada a los Caballeros de san Juan.

Apéndices